martes, 7 de agosto de 2012

MARCELA BARUCH
Peregrina Gourmet

lunes, 6 de agosto de 2012

Tour por el pisco peruano
En una chocolatería en el barrio San Isidro, en Lima, la catadora y especialista en pisco, Lucero Villagarcía, despertó mi curiosidad sobre esta aguardiente de vino. En una clase privada, que compartí con un eximio sibarita, Villagarcía me enseñó en dos horas, entre otras cosas, que el pisco no es uno sólo, y que puede ofrecer mucho más que pisco sour.

Protagonista de cócteles, como el pisco sour y el chilcano, el pisco es un aguardiente, un destilado de vino plausible de ser elaborado con 8 variedades de uva (quebranta, mollar, negra corriente, uvina, moscatel, torontel, italia y albilla). Para su elaboración se cosecha la fruta, fermenta -microorganismos llamados levadura convierten el azúcar natural en alcohol-, y destila una sola vez en alambiques para después ser embotellados con una graduación alcohólica de entre 38 y 48 %vol. La destilación ocurre al calentar en una caldera de base ancha y extremos angosto el vino, para separar por temperaturas de evaporación el alcohol del líquido del agua, y condensarlo a través de tubos fríos. De esta manera, aumenta la concentración de alcohol y se desprenden aromas esenciales de la fruta, conocidos como ésteres, que después se manifiestan en el pisco. La gran diferencia del pisco peruano y el chileno, según explicó Villagarcía no se expresa en calidad, sino que difiere en su producción, pues en Chile antes de la destilación se incorpora agua al vino, y una vez destilado, el pisco se cría en barricas que aportan aromas y color al aguardiente.
“El pisco es mucho más que pisco sour”, dijo Villagarcía al comenzar la cata, y a continuación aclaró existen 8 variedades de uvas con las que se elabora este destilado, y tres estilos para producirlo.
Por su expresividad en nariz y boca, las uvas del pisco se dividen en dos categorías: aromáticas y no aromáticas. En el primer grupo se ubican la moscatel, torontel, italia y la albilla; mientras que dentro del último se encuentran la quebranta, mollar, negra corriente, uvina.
Estos aguardientes se elaboran de tres maneras: puro, es decir, de una variedad de uva; acholado -mezcla de dos o más uvas-; y en mosto verde, cuando el mosto de uva es destilado antes de culminar su fermentación. Este último estilo de pisco es el más suave y se recomienda tomar sólo.
A las variedad de uva, y métodos de elaboración Perú sumó una complejidad más a su pisco, el terroir. Villagarcía explicó, por ejemplo, que un pisco de torontel en Arequipa es más expresivo que uno elaborado en Ica. Las cinco zonas de producción son: Lima, Ica, Arequipa, Moquegua y Tacna.
“El pisco merece ser olido”, dijo la especialista. Incoloro, transparente y brillante, para catar esta bebida hay que disponerla en pequeñas copas, y olerla despacio, girando la copa. Con esta técnica, se descubrió por ejemplo que la negrita criolla o corriente de Ica presenta aromas de manzana y pelón; que la mollar es más herbácea y floral; y que la torontel arequipeña muestra notas de vainilla y especias, por ejemplo.

Cuando se dice que una bebida alcohólica tiene al olerla o probarla aromas de frutas, flores o especias, no quiere decir que se hayan agregado esas sustancias a la copa, sino que en su estructura se encuentran determinados compuestos aromáticos (sustancias químicas odoríferas) presentes también en frutas, hierbas o especias. De esta manera, esos olores se utilizan como descriptores de la bebida.

Pocos se animan a tomar el pisco sólo, no obstante, Villagarcía recomendó acompañarlo con dulces. Asociado a sus descriptores un pisco de aroma cítrico puede ir bien con una lemon pie, y otro más avainillado con tortas de chocolate o bombones. Así, quizás el pisco destrone algún día al ron entre los peruanos, y se incorpore en las mesas internacionales como un compañero ideal en la última etapa de la comida, los postres.

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