Por: Javier Masías
En el pabellón del pisco hay muchas razones para festejar. La principal es que es la primera vez desde que existe Mistura que se puede considerar al pabellón un éxito. Hay una presencia importante de marcas que han pagado para lograr un posicionamiento interesante en la cabeza de los mistureros, pero llama más la atención, el estupendo sesgo puesto en la parte de difusión a través de charlas, catas y todo un programa de actividades educativas sobre la cultura alrededor del destilado, a cargo de Lucero Villagarcía, catadora profesional y miembro del consejo consultivo del consejo regulador del pisco. Con ello se supera ampliamente la tontería típica de las ferias del rubro, en las que el usuario sale con poco más que una marca en la cabeza y un vasito de plástico en la mano.
Para ello han construido, al centro del pabellón, con un protagonismo ineludible, una suerte de salón de clases introductorias de media hora, en las que cinco veces al día y de manera gratuita, se brinda información sobre la historia del pisco, el origen del nombre, la elaboración y las bases para su apreciación. Por cada sesión se catan y aprenden a diferenciar dos de las ocho cepas pisqueras. Se tiene una experiencia sensorial como para empezar a comprender el producto y se entrega información preparada por Alicia Polvarini, historiadora de la Pontificia Universidad Católica del Perú, un recuento de la historia del pisco. Complementa Lucero Villagarcía con un texto sobre las características del destilado desde la perspectiva del catador, esencial para comprender que el pisco es valioso no por ser peruano, sino por ser un excelente producto. Este material se distribuye gratis en cuatro idiomas: quechua, español, inglés y francés.
En total son cinco catas por día, todas gratuitas, una a cada hora en punto a partir de las 14h00. Recomendamos llegar temprano porque se llenan muy rápido y el cupo es para apenas 18 personas (los organizadores me dijeron que intentarán que el próximo año sea más grande).
Como no todos llegan a las catas, se han dispuesto al exterior del aula, copas con aromas que se aproximan al de cada uva pisquera, de modo que el visitante puede hacerse una idea aproximada de cómo son las cepas en cuestión. Si bien los aromas no son exactos, se hace una magnífica labor de difusión de información básica. ¿No lo cree? Dese una vuelta y escuchará a público antes ignorante enterarse, por ejemplo de que el pisco puede oler a frutas o de que hay diferentes tipos que huelen diferente, un conocimiento básico, es verdad, pero finalmente una semilla que puede desarrollarse luego.
Atendiendo a las marcas que no pueden pagar por un stand, hay una exhibición de más de 1000 botellas que da cuenta, además, de la asombrosa diversidad del pisco. Ignoro cuánto suma, pero me consta que si a uno le divierte el tema se puede pasar media mañana mirándolas y haciendo check en su cabeza con las que ya probó.
Las bodegas que quieran aprovechar el salón para catas de difusión de su producto, pueden acercarse a Lucero en el aula para solicitar el espacio. Como su uso ha despertado suspicacias de todo tipo, la organización se ha comprometido a reglamentar la asignación del espacio pedagógico en las próximas ocasiones.
En conclusión, todo un acierto. Cristina Vallarino, responsable de la comisión dedicada al pisco en esta edición de Mistura ha validado su liderazgo en un pabellón históricamente complicado, por su permeabilidad para recoger ideas y ejecutarlas y por darle coherencia a un tema que hasta antes de su participación parecía no interesarle a nadie. Salud.
http://diariodeungloton.blog.terra.com.pe/2012/09/12/el-mayor-acierto-de-mistura-el-pisco/
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